español del sur

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¡ Bienvenidos!

Buenas Costumbres (Bons Costumes) é um blog pensado para acompanhar o aprendizado da língua espanhola como segunda e estrangeira.

Por quê estudar espanhol?

Porque atualmente é a língua materna de mais de 420 milhões de pessoas.

Porque cada vez mais pessoas utilizam o espanhol como meio de comunicação nos negócios, nos estudos, no turismo, nas ciências, na literatura e na tecnologia.

Porque é a língua oficial de 21 países no mundo, e um grande número de cidadãos de outros países também a conservam como língua materna. É o caso, por exemplo, dos EUA, onde 19 milhões de pessoas falam espanhol.

Porque também é a língua oficial de trabalho nas organizações internacionais mais importantes como a ONU (Organização das Nações Unidas) e a CEE (Comunidade Econômica Européia).

Porque em 7 países com os quais o Brasil faz fronteira se fala espanhol.

Porque sabendo português e espanhol, podemos nos comunicar com 10% da população mundial.

Não são motivos suficientes para você começar a estudar espanhol?


vamos nessa!


Esta semana levantó"polvareda" este dibujo animado y me gustó la idea de poder compartirlo.
Nuestros Heróes desde un lado un poco menos contracturado. A mi personalmente me gustó mucho... De pequeña escuchaba eso de Sarmiento nunca faltaba a la escuela...jajajaja. 

LEER.ES



Encontré este site que creo que puede servirles mucho.
Aquí la presentación.

DÍA DE LA TRADICIÓN


DÍA DE LA TRADICIÓN

El día de la tradición se celebra en la Argentina el 10 de noviembre, fecha que fue elegida en conmemoración del nacimiento del poeta argentino José Hernández (1834 - 1886), que escribió El gaucho Martín Fierro, relato en forma de verso de la experiencia de un gaucho argentino, su estilo de vida, sus costumbres, su lengua y códigos de honor.

"Los hermanos sean unidos,
Porque ésa es la ley primera.
Tengan unión verdadera
En cualquier tiempo que sea-
Porque si entre ellos pelean
Los devoran los de ajuera".

 José Hernández

PRESENTACIONES FORMALES E INFORMALES







Hoy preparé este video de presentaciones formales e informales para mi grupo de alumnos iniciantes. Lo comparto y espero les guste y puedan usarlo para sus clases!

LEEMOS HOY...

Elogio de Nelson Mandela


Transformó la historia de Sudáfrica de una manera que parecía inconcebible y demostró, con su inteligencia, honestidad y valentía, que en el campo de la política a veces los milagros son posibles MARIO VARGAS LLOSA 30 JUN 2013 - 00:00 CET Archivado en: Opinión Apartheid Nelson Mandela Congreso Nacional Africano Pieter Willem Botha Frederik W. de Klerk Sudáfrica Conflictos raciales África subsahariana África meridional África Ideologías Problemas sociales Partidos políticos Política Sociedad

Nelson Mandela, el político más admirable de estos tiempos revueltos, agoniza en un hospital de Pretoria y es probable que cuando se publique este artículo ya haya fallecido, pocas semanas antes de cumplir 95 años y reverenciado en el mundo entero. Por una vez podremos estar seguros de que todos los elogios que lluevan sobre su tumba serán justos, pues el estadista sudafricano transformó la historia de su país de una manera que nadie creía concebible y demostró, con su inteligencia, destreza, honestidad y valentía, que en el campo de la política a veces los milagros son posibles. Todo aquello se gestó, antes que en la historia, en la soledad de una conciencia, en la desolada prisión de Robben Island, donde Mandela llegó en 1964, a cumplir una pena de trabajos forzados a perpetuidad. Las condiciones en que el régimen del apartheid tenía a sus prisioneros políticos en aquella isla rodeada de remolinos y tiburones, frente a Ciudad del Cabo, eran atroces. Una celda tan minúscula que parecía un nicho o el cubil de una fiera, una estera de paja, un potaje de maíz tres veces al día, mudez obligatoria, media hora de visitas cada seis meses y el derecho de recibir y escribir sólo dos cartas por año, en las que no debía mencionarse nunca la política ni la actualidad. En ese aislamiento, ascetismo y soledad transcurrieron los primeros nueve años de los veintisiete que pasó Mandela en Robben Island. En vez de suicidarse o enloquecerse, como muchos compañeros de prisión, en esos nueve años Mandela meditó, revisó sus propias ideas e ideales, hizo una autocrítica radical de sus convicciones y alcanzó aquella serenidad y sabiduría que a partir de entonces guiarían todas sus iniciativas políticas. Aunque nunca había compartido las tesis de los resistentes que proponían una “África para los africanos” y querían echar al mar a todos los blancos de la Unión Sudafricana, en su partido, el African National Congress, Mandela, al igual que Sisulu y Tambo, los dirigentes más moderados, estaba convencido de que el régimen racista y totalitario sólo sería derrotado mediante acciones armadas, sabotajes y otras formas de violencia, y para ello formó un grupo de comandos activistas llamado Umkhonto we Sizwe, que enviaba a adiestrarse a jóvenes militantes a Cuba, China Popular, Corea del Norte y Alemania Oriental. En la soledad de la cárcel revisó sus ideas e hizo una autocrítica radical de sus convicciones Debió de tomarle mucho tiempo —meses, años— convencerse de que toda esa concepción de la lucha contra la opresión y el racismo en África del Sur era errónea e ineficaz y que había que renunciar a la violencia y optar por métodos pacíficos, es decir, buscar una negociación con los dirigentes de la minoría blanca —un 12% del país que explotaba y discriminaba de manera inicua al 88% restante—, a la que había que persuadir de que permaneciera en el país porque la convivencia entre las dos comunidades era posible y necesaria, cuando Sudáfrica fuera una democracia gobernada por la mayoría negra. En aquella época, fines de los años sesenta y comienzos de los setenta, pensar semejante cosa era un juego mental desprovisto de toda realidad. La brutalidad irracional con que se reprimía a la mayoría negra y los esporádicos actos de terror con que los resistentes respondían a la violencia del Estado, habían creado un clima de rencor y odio que presagiaba para el país, tarde o temprano, un desenlace cataclísmico. La libertad sólo podría significar la desaparición o el exilio para la minoría blanca, en especial los afrikáners, los verdaderos dueños del poder. Maravilla pensar que Mandela, perfectamente consciente de las vertiginosas dificultades que encontraría en el camino que se había trazado, lo emprendiera, y, más todavía, que perseverara en él sin sucumbir a la desmoralización un solo momento, y veinte años más tarde, consiguiera aquel sueño imposible: una transición pacífica del apartheid a la libertad, y que el grueso de la comunidad blanca permaneciera en un país junto a los millones de negros y mulatos sudafricanos que, persuadidos por su ejemplo y sus razones, habían olvidado los agravios y crímenes del pasado y perdonado. Habría que ir a la Biblia, a aquellas historias ejemplares del catecismo que nos contaban de niños, para tratar de entender el poder de convicción, la paciencia, la voluntad de acero y el heroísmo de que debió hacer gala Nelson Mandela todos aquellos años para ir convenciendo, primero a sus propios compañeros de Robben Island, luego a sus correligionarios del Congreso Nacional Africano y, por último, a los propios gobernantes y a la minoría blanca, de que no era imposible que la razón reemplazara al miedo y al prejuicio, que una transición sin violencia era algo realizable y que ella sentaría las bases de una convivencia humana que reemplazaría al sistema cruel y discriminatorio que por siglos había padecido Sudáfrica. Yo creo que Nelson Mandela es todavía más digno de reconocimiento por este trabajo lentísimo, hercúleo, interminable, que fue contagiando poco a poco sus ideas y convicciones al conjunto de sus compatriotas, que por los extraordinarios servicios que prestaría después, desde el Gobierno, a sus conciudadanos y a la cultura democrática. Como la gota persistente que horada la piedra, fue abriendo puertas en esa ciudadela de desconfianza Hay que recordar que quien se echó sobre los hombros esta soberbia empresa era un prisionero político, que, hasta el año 1973, en que se atenuaron las condiciones de carcelería en Robben Island, vivía poco menos que confinado en una minúscula celda y con apenas unos pocos minutos al día para cambiar palabras con los otros presos, casi privado de toda comunicación con el mundo exterior. Y, sin embargo, su tenacidad y su paciencia hicieron posible lo imposible. Mientras, desde la prisión ya menos inflexible de los años setenta, estudiaba y se recibía de abogado, sus ideas fueron rompiendo poco a poco las muy legítimas prevenciones que existían entre los negros y mulatos sudafricanos y siendo aceptadas sus tesis de que la lucha pacífica en pos de una negociación sería más eficaz y más pronta para alcanzar la liberación. Pero fue todavía mucho más difícil convencer de todo aquello a la minoría que detentaba el poder y se creía con el derecho divino a ejercerlo con exclusividad y para siempre. Estos eran los supuestos de la filosofía del apartheid que había sido proclamada por su progenitor intelectual, el sociólogo Hendrik Verwoerd, en la Universidad de Stellenbosch, en 1948 y adoptada de modo casi unánime por los blancos en las elecciones de ese mismo año. ¿Cómo convencerlos de que estaban equivocados, que debían renunciar no sólo a semejantes ideas sino también al poder y resignarse a vivir en una sociedad gobernada por la mayoría negra? El esfuerzo duró muchos años pero, al final, como la gota persistente que horada la piedra, Mandela fue abriendo puertas en esa ciudadela de desconfianza y temor, y el mundo entero descubrió un día, estupefacto, que el líder del Congreso Nacional Africano salía a ratos de su prisión para ir a tomar civilizadamente el té de las cinco con quienes serían los dos últimos mandatarios del apartheid: Botha y De Klerk. Cuando Mandela subió al poder su popularidad en Sudáfrica era indescriptible, y tan grande en la comunidad negra como en la blanca. (Yo recuerdo haber visto, en enero de 1998, en la Universidad de Stellenbosch, la cuna del apartheid, una pared llena de fotos de alumnos y profesores recibiendo la visita de Mandela con entusiasmo delirante). Ese tipo de devoción popular mitológica suele marear a sus beneficiarios y volverlos —Hitler, Stalin, Mao, Fidel Castro— demagogos y tiranos. Pero a Mandela no lo ensoberbeció; siguió siendo el hombre sencillo, austero y honesto de antaño y ante la sorpresa de todo el mundo se negó a permanecer en el poder, como sus compatriotas le pedían. Se retiró y fue a pasar sus últimos años en la aldea indígena de donde era oriunda su familia. Mandela es el mejor ejemplo que tenemos —uno de los muy escasos en nuestros días— de que la política no es sólo ese quehacer sucio y mediocre que cree tanta gente, que sirve a los pillos para enriquecerse y a los vagos para sobrevivir sin hacer nada, sino una actividad que puede también mejorar la vida, reemplazar el fanatismo por la tolerancia, el odio por la solidaridad, la injusticia por la justicia, el egoísmo por el bien común, y que hay políticos, como el estadista sudafricano, que dejan su país, el mundo, mucho mejor de como lo encontraron.

 © Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2013. © Mario Vargas Llosa, 2013.

En Twitter, espacios para hablar del español

Por Graciela Malgarejo. La Nación.com


Siempre se ve más verde el campo del vecino. No por antiguo, este dicho o refrán o apotegma deja de tener sentido. Podría aplicarse, por ejemplo, al diálogo tuitero que mantuvo el escritor español Arturo Pérez-Reverte ( @perezreverte ) en la red social, reconstruido sobre la base de las respuestas, en 140 caracteres como máximo, del autor de El club Dumas .

Decía Pérez-Reverte en Twitter la semana pasada, a propósito de hablar bien o mal el español: "Nunca vi tanto respeto por la lengua española bien hablada como en América. A más humilde gente, más educación y más respeto. / La deuda que como españoles e hispanohablantes tenemos con los maestros de Hispanoamérica no podremos pagarla nunca. Son héroes de verdad. / Siempre recuerdo un telediario. Un terremoto. En Guatemala, creo. Un pobre campesino lo contaba. / «Hubo un estremecimiento en el suelo, señor. Todo se desmoronaba. Era terrible. Agarré a mi familia y busqué resguardo mientras rezaba.»

Saca una primera conclusión Pérez-Reverte: "Aquí [en España] habríamos dicho: «Fue la hostia, oyes. Un como así, brruuuum, y tal. O sea, se cayó todo. La leche». / Qué pena me da cuando ese hispano lleva seis meses en España, harto de malos modos, y se vuelve tan grosero o más que los de aquí".

Y finaliza: "Resumiendo: el español del futuro, rico, bastardo, desvergonzado, creativo, potente, cambiante, divertido, se está hablando en el sur de los EE.UU. / En realidad, La reina del Sur fue el reconocimiento por escrito de mi respeto a ese español vivo y potente".

La experiencia habitual de esta columna, y de los lectores de esta columna, nos indica que Pérez-Reverte está idealizando un poco, como les gusta hacer a veces a los escritores, las extraordinarias capacidades lingüísticas de los hablantes del español de Hispanoamérica.

Sin embargo, como la Real Academia Española y sus hermanas latinoamericanas han comprendido que el español, si quiere ser "universal", debe empezar por casa, también están difundiendo conceptos de gramática y de ortografía a través de Twitter.

Así, la RAE, en su ya mencionado servicio de @RAEinforma , continúa guiándonos por los meandros lingüísticos. Por ejemplo, sobre la División silábica y ortográfica de palabras con tl apunta : "En la mayor parte de la España peninsular y en Puerto Rico, la secuencia consonántica tl se articula pronunciando cada consonante en una sílaba distinta. Así, palabras como atleta o Atlántico se dividen en sílabas de la siguiente manera: at - le - ta, At - lán - ti - co " .

Continúa la RAE, "En cambio, en casi toda Hispanoamérica -especialmente en México y en los territorios donde se emplean voces de origen náhuatl, en las que este grupo es inseparable ( tla - co - te, cen - zon - tle )-, en Canarias y en algunas áreas españolas peninsulares, estas dos consonantes se pronuncian dentro de la misma sílaba. En este caso, las palabras atleta y Atlántico se dividen en sílabas de la siguiente manera: a - tle - ta, A - tlán - ti - co".

De manera que todo es legal: "Consecuentemente, las palabras con tl se dividirán con guión de final de línea según el modo como articule el que escribe esta secuencia de consonantes: si las pronuncia en dos sílabas, dividirá at- / leta; si las pronuncia en la misma sílaba, atle- / ta" .

Los casi 500 millones hablantes de español que en el mundo somos estamos tratando de ponernos de acuerdo a partir de las diferencias. Es realmente posible, aunque no tratemos de aprender de memoria todas las entradas del Diccionario de la lengua española , por un lado, y del Diccionario de americanismos , por el otro, algo parecido a lo que el académico español Federico de Nieva, en su artículo "Una lengua para todos", contaba que decidió hacer al volver del exilio en Francia: "Lo más gracioso de mi recuperación idiomática es que me leía, página a página, el diccionario de la Real Academia Española como si fuera Lo que el viento se llevó" .